Los Jacintos de Compostela son una variedad del cuarzo de color rojizo debido a que incluyen partículas microscópicas de óxido de hierro (se llama también por ello cuarzo hematoideo). Se encuentran por lo general en formaciones geológicas arcilloso-yesíferas como las del Triásico Superior de la Cordillera Ibérica. Los jacintos se presentan por lo general dispersos, en forma de prismas exagonales bipiramidados de color rojizo y a menudo de pequeño tamaño (mm a cm). Debido a la abundancia de estas formaciones geológicas en España, el mineral es muy característico de nuestro país y conserva su nombre español (al igual que sucede con el aragonito, también asociado al Jacinto en las mismas formaciones geológicas) en los museos de todos los países.
El cuarzo es la forma cristalizada más corriente de la sílice (SiO2). El cuarzo es el mineral más abundante en la corteza terrestre y se forma de múltiples maneras. Destacamos dos de ellas: por cristalización de magmas ricos en sílice (p.ej., en el granito) y como relleno de fracturas (vetas) en todo tipo de rocas, precipitado a partir de fluidos acuosos calientes que circularon por ellas hace muchos millones de años y que transportaban abundante sílice en disolución
En el caso de Checa, vemos profusión de vetas de cuarzo en los escarpes rocosos junto al puente de La Rinconada. Algunas venas de cuarzo de gran tamaño contienen pequeñas cantidades de minerales metálicos de plomo y cobre que se explotaron en tiempos históricos recientes (por ejemplo, bajo la Peña Blanca, junto a la Espineda). La abundancia de vetas de cuarzo se debe en este caso a que las rocas circundantes son muy silíceas. En cambio, las vetas de cuarzo son inexistentes en las rocas carbonatadas de la Sierra.
El adjetivo Compostelano procede aparentemente de la costumbre de los peregrinos medievales de llevarlos consigo en su camino hacia Santiago como ofrenda o como amuletos.